¿Por qué es importante sostener la inclusión del artículo 4 de la ley de Salud Mental y Adicciones Nº26657?:

Ley Nacional de Salud Mental 26.657, en su artículo 4° dice: “las adicciones deben ser abordadas como parte integrante de las políticas de salud mental. Las personas con uso problemático de drogas, legales e ilegales, tienen todos los derechos y garantías que se establecen en la presente ley en su relación con los servicios de salud”.
De esta manera se produce un deslazamiento de la problemática de las adicciones del ámbito penal al de la salud y del derecho, cuestión absolutamente necesaria desde una perspectiva clínica. En primer lugar, el abordaje meramente penal de la problemática no hace centro en la dimensión subjetiva. Entonces no es posible pensar en clave de sujeto de derecho y de la salud como derecho.
Por otro lado, cuando leemos esta problemática desde una perspectiva penal, el criterio de legalidad (sustancias lícitas y sustancias ilícitas) gobierna nuestra lectura. Para una perspectiva asistencial y clínica, esto es un problema en varias direcciones. Por ejemplo, las adicciones no se reducen a consumos problemáticos de sustancias prohibidas. Por ejemplo, el alcohol, psicofármacos, el juego, internet, entre otros. De esta manera, queda por fuera de la definición misma un conjunto de situaciones que no podemos despreciar y sobre las que es necesario intervenir.
En un nivel de análisis menos descriptivo, y tal vez más conceptual, la perspectiva penal (e inclusive algunas miradas asistenciales y clínicas) no distinguen entre consumo problemático y consumo no problemático. Si lo miramos desde el estereotipo penal, el esquema es conocido: el consumidor es un consumidor de drogas ilícitas que viola la ley y por eso es un trasgresor. Para una lectura clínica, el desplazamiento de las adicciones del campo penal al sanitario implica un movimiento que podríamos resumir de la siguiente manera: si el eje no es la sustancia lícita o ilícita (inclusive podría no ser una sustancia, como en el caso del juego) sino el sujeto, es necesario pensar el vínculo problemático que el sujeto tiene con el objeto, cualquiera fuera ese consumo, así como comprender que en esa situación está padeciendo y es competencia del área de salud darle tratamiento a esa problemática.
Esta perspectiva implica un avance importantísimo considerando qué implica pensar un tratamiento a la luz de nuestra época.
Para empezar, la existencia de nuevas subjetividades nos obliga a pensar en nuevos tratamientos y sus correspondientes dispositivos clínicos. Por eso mismo, el diseño y la revisión de las intervenciones clínicas hoy, más que nunca, nos exige una lectura histórica y social de los sujetos. Es necesario pensar la singularidad del sujeto pero en clave de época y de situación.
Por otra parte, poner el énfasis en la sustancia es una forma de volver a borrar al sujeto cuando pensamos un tratamiento. Si lo que gobierna la construcción de un tratamiento es la sustancia, hay justificación para los tratamientos “enlatados”, es decir para todos los mismos tratamientos.
Como nosotros pensamos desde el sujeto, tenemos que volver a pensar cada vez, atender la singularidad.
Un dato, no menor para tener en cuenta, son las recomendaciones del sector Salud Pública de todos los países de América sobre el problema de las drogas a las Naciones Unidas (documento producido el octubre del 2015 en México en el marco de la reunión OPS/OMS) en el que se establece que el paradigma anterior no ha dado resultados, por esa razón se hace necesario descorrer el eje de las drogas y centrarlo en la persona, siendo salud pública el articulador de un posible abordaje interdisciplinario e intersectorial.
Una última cuestión sobre este asunto: el consumo de sustancias es un problema que presenta múltiples aristas. Por eso mismo, requiere ser abordado en forma interdisciplinaria desde una mirada integral. La Ley Nacional de Salud Mental establece esto como norte y es un camino sobre el que tenemos que trabajar muy intensamente. Al respecto, ya no hay vuelta atrás.
Si lo hubiese sería un retroceso lamentable sobre modelos que se sostuvieron durante décadas y que han dado sobradas muestras de su fracaso.
Lic. Edith Benedetti

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